lunes, 20 de mayo de 2013

Érase una vez...

hace 23 lejanas lunas anuales decidí llegar al mundo. Un poco azulada y entre cumbres borrascosas, porque suelo ser muy estilosa en mis entradas (triunfal dirían algunos), comencé mis andanzas en estas tierras de colores y palmeras. Con penas, glorias, mil risas tontas, tropezando, cogiendo piedras con formas, clips, conchitas y mil ameliadidades más nos situamos en los albores de este 2013 en que entró en mi vida el querido pichurri que, comprendiendo la importancia de este día para mi, decidió organizar una reunión sorpresa con mis cariñitos preferidos. Tras un pre-cumpleaños maravilloso, el sábado tarde-noche, en compañía de gentes muy molonas que han ido apareciendo a lo largo del año en mi vida, encontrar en casa a (casi) todos los seres que forman mi universo particular fue sin duda el broche de oro que ha dado comienzo a estos gloriosos y recién estrenados años.



Mil gracias a todos los que estuvisteis tanto en cuerpo como en alma. Los que os acordasteis de que un 19 de mayo de 1990 nació una doña yo y me hicisteis cualquier guiño para festejar que paso a paso voy haciendo un caminito, con alguna curvita, porque lo recto y uniforme nunca fue suficientemente atractivo para mi, creciendo, madurando y aprendiendo a aprender continuamente. A vibrar con lo que me rodea. A encontrar los colores ocultos, las formas sinuosas, las rimas que detrás de cada esquina me esperan.

Y especialmente gracias a ti pichurri por saber leer siempre entre mis líneas.

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